Exposición: Espacios culturales de participación en el Valle del Cauca en el siglo XX
La música Tradicional en el Valle del Cauca siglo XX
Contexto histórico
El Valle del Cauca es un departamento variado y diverso en su geografía, su economía, su configuración étnica y su cultura. Por eso su música también es variada y diversa, como reflejo de su heterogeneidad cultural y social. Desde Cartago en el norte, hasta Timba en el sur; desde las cumbres de la cordillera central al oriente, hasta las costas del mar Pacífico en el oeste, los pueblos asentados en sus planicies, cumbres laderas, han enriquecido desde sus particularidades el alegre repertorio musical del Valle.
La llegada de los españoles a lo que otrora fue el antiguo Estado del Cauca y el trasplante masivo de esclavos Africanos produjo, en los contextos heterogéneos de los matrices locales amerindios, una pluralidad de expresiones que se fueron decantando paulatinamente en el tiempo, por sincretismo o por simbiosis, para adquirir una personalidad propia en cada escenario cultural. Esa pluralidad sirvió de plataforma para la creación y evolución de las identidades musicales colectivas que han caracterizado a los pueblos surgidos a lo largo y ancho de la región vallecaucana
En ese proceso de creación y evolución participaron desde siempre músicos tradicionales y populares, como también como también compositores de buena formación académica pero que se inspiraron en las voces y tradiciones de sus pueblos para armonizarlos en arreglos que han llegado a ser emblema de vallecaucanidad. En efecto el Valle del Cauca es un departamento caracterizado por la diversidad étnica y su mestizaje, que han dado lugar a una pluralidad cultural enmarcada dentro de escenarios geográficos relativamente diferenciados y que de alguna manera determinan lo que se podría denominar el “mapa musical” del Valle. En algunos lugares de las cordilleras andinas que vigilan la planicie, se encuentran por ejemplo, comunidades signadas por el mestizaje; en otras, donde el poblamiento siguió el curso de la migración antioqueña, predomina la población de ancestro español. A lo largo del Valle geográfico y al interior de las ciudades señoriales como Cartago, Buga y Cali, los agrocolombianos contribuyeron al surgimiento de comunidades mulatas. Y en la costa del pacífico hay predominio absoluto de población de origen africano.
Desde una perspectiva sociocultural y para facilitar la comprensión de sus manifestaciones culturales, en el departamento del Valle del Cauca se pueden distinguir cuatro grandes áreas culturales: la que alberga las comunidades de origen antioqueño del centro norte de sus dos cordilleras; la formada por comunidades negras del litoral; la zona rural plana del valle geográfico; y la urbana caleña y de las ciudades intermedias. En estas últimas, los procesos contemporáneos de modernización y urbanización han diversificado sensiblemente los gustos musicales en parte debido a la apropiación de gustos musicales foráneos. Esa diversidad y heterogeneidad vallecaucanas en lo geográfico, lo étnico y lo cultural, encuentran obviamente reflejo en las maneras como se gestaron y evolucionaron las expresiones musicales y como se construyeron las preferencias por diferentes tipos de música.
Sin duda una de esas expresiones musicales tradicionales en el Valle del Cauca es el bambuco, un tipo musical que está fuertemente arraigado desde comienzos del siglo XIX en las poblaciones que han habitado todo el largo y ancho del valle geográfico del río cauca. En el Valle del Cauca, a comienzos del siglo XX, el Bambuco se tocaba y cantaba en las tertulias familiares, serenatas y conciertos de salón, que hacían parte de la cultura tanto de los círculos sociales más altos, como también de los más populares. Se fue transformando en canción estilizada y pieza instrumental que coexistía con ritmos criollos como el Pasillo y la Danza y con otros de origen europeo como el Vals, La Marcha, la Polka y la Mazurka
Se tocaba en todos los pueblos y ciudades del Valle, pero principalmente en Buga, Cali, Cartago, Palmira, Zarzal, Guacarí, Toro, La Unión, Tuluá, Sevilla y tanto en las casas urbanas, como en las haciendas, en fiestas y paseos que frecuentemente tenían motivos musicales. Pero También el Bambuco sonaba en los pueblos y veredas del sur del Valle, en los límites con el departamento del Cauca, como Jamundí, Quinamayó, Timba, Robles, etc., haciendo parte de las celebraciones de las comunidades negras y mulatas de la región, como son las adoraciones del Niño Dios, las fiestas de fin de año y también en los jolgorios del puerto fluvial de Juanchito y el paso de la bolsa, cerca de Cali.
A todo lo largo de la primera mitad del siglo XX era común en las ciudades y poblados que en las reuniones familiares, en los paseos al campo, las serenatas, y en los eventos congregativos para el regocijo, el esparcimiento y la diversión, el bambuco ocupase un lugar destacadísimo. Cierto es que también se cultivaban otros géneros musicales y que varios de los compositores vallecaucanos incursionaron con éxito en la composición de melodías de corte universal. Fueron varios los grupos artísticos que en el Valle del Cauca cultivaron la música autóctona y que la exaltaron ante la invasión de nuevas melodías, sobre todo tropicales y del Caribe, que empezaron a transformar la cultura musical vallecaucana con la llegada de la radio.
Otra expresión musical que debemos destacar es el currulao, creación afrocaucana. Los pobladores negros del litoral del Pacífico desarrollaron a lo largo de los años un nuevo folclor surgido al tenor de la lucha por la supervivencia y por construir identificaciones propias, en un mundo usualmente hostil. Los antiguos cantos que el amo obligaba a cantar en las minas para imprimirle ritmo al trabajo y en los que alternaba la voz del capataz con la respuesta grupal, se transformaron luego en cantos responsoriales en los que alternaban el “gloseador” o solista, con el coro o “respondedoras”.
La función del canto cambió, evidentemente, en las comunidades libres cuando el canto y la danza empezaron a jugar un papel significativo como elementos de cohesión social y cultural, pero conservaron rasgos originales de fuerte inspiración africana. El alma de la música del litoral Pacífico es el currulao, con su marimba de ascendencia africana y con sus acompañantes de siempre: el bombo, el guasá y el conuno. Su zona de influencia cubre naturalmente al extenso municipio vallecaucano de Buenaventura donde juega notable papel en las fiestas populares colectivas y ceremoniales de bautizo y matrimonio. El currulao, con sus variedades aguabajo, agualarga, Aguachica, andarele, berejú y patacoré, se inscribe y arraiga fuertemente en las dinámicas cotidianas de la región, acompasándose con los roles asignados culturalmente a la mujer y al hecho de que los grupos familiares giren en torno a ella. El currulao, presente en bundes y chigualos, en fiestas patronales y en eventos comunitarios, ha sido por eso elemento fundamental de articulación social y conservación de tradiciones.
A pesar de que el currulao es una de las músicas más hermosas de la tradición vallecaucana, permaneció relativamente cautivo de su matriz etnocultural, sin definir la personalidad musical de la región. En parte, porque históricamente lo “negro” ha ido marginado y por ende desdibujados los símbolos identificadores de “negritud”. Muchos de los migrantes llegados a Cali desde mediados de los años 50 procedentes de Buenaventura, Tumaco, Guapi, Micay, Saija, Timbiquí o Barbacoas, entraron en proceso de asimilación urbana donde el currulao junto con otras tradiciones ancestrales como el chigualo y el bunde, perdió importancia en la celebración de eventos familiares.
La conservación y proyección del currulao y de otras expresiones musicales del Pacífico ha estado en manos de personas y grupos que se han preocupado por este fin. Hacia finales de los años 60 y principios de los 70, Enrique “Peregoyo” adaptó con éxito nacional el formato instrumental del currulao a uno que incluía saxofón, guitarra eléctrica y percusión cubana, pero su impacto no perduro en el tiempo. En Cali, la extensa comunidad guapireña ha jugado un papel muy importante en la conservación de la tradición musical del Pacífico y, el Festival Petronio Alvarez, que realiza cada año, juega un papel primordial significación para la conservación, adaptación a otros formatosy proyección de la música tradicional del litoral. Vale la pena anotar que entre la población negra urbana han aparecido durante las últimas décadas nuevas preferencias musicales. El Rap –con otrora lo hiciera la salsa- penetró la ciudad a través de jóvenes negros quienes han asumido como expresión de identidad propia, sin perder por ello la aceptación y el respeto por la tradición musical ancestral.
Presentación del folclor y ritmos del Pacífico a cargo del por el grupo Bahía De La Cruz en el parque Simón Bolívar del municipio de Buenaventura. Autor: WILLIAM Año: 20-jul-1970 Código: 0604034
Ernesto Salcedo Ospina, Tenor Soprano colombiano, acompañado de varios músicos en una serenata, que se ofreció en la Hacienda del Sr. Belalcázar. De izquierda a derecha: Salvador Salcedo, Jesús A. Vélez, Dr. Arcesio Aragón, Dr. Guillermo León Valencia, Dr. Francisco Eduardo y Carlos Manuel Salazar. Buga. Autor: s. n. Año: 1938 Código: b276
Ernesto Salcedo Ospina, tenor soprano, caracterizado por tener un registro de voz agudo, que permitía representar papeles femeninos en la ópera y el teatro. Buga. Autor: s. n. Año: 1935 Código: b280
Vargas Sicar - Pianista- , Ernesto Salcedo Ospina -Tenor Soprano- caracterizado por tener un registro de voz agudo, que permitía representar papeles femeninos en la ópera y el teatro, y acompañante, posando para una foto, después de terminada la función. Autor: s. n. Año: 1930 Código: b279
Foto enviada por Ernesto Salcedo Ospina Tenor Soprano, a sus tíos desde New York, cuando se encontraba en una de sus giras. Buga, 1906. Había nacido también en Buga, en 1893. Viajó a Indianápolis donde estudió canto.En 1916 la revista Las Américas de New York reseñaba sus ejecutorias como cantante de ópera que comenzaba a grabar para la casa Víctor, acompañado de pianistas Vargas Sicard, con quien actuó en los Estados Unidos y en Centro y Sur América. Su voz abarcaba el registro de tenor y también el de soprano y no fueron pocas las veces que, juguetón y humorista, vestido de “prima donna”, cantaba arias operáicas. Su recorrido como cantante lo llevó al Metropolitan Opera House y al Scholla Cantorum de Milán, de donde regresó a Buga, donde se radicó, abandonando las mieles del triunfo internacional para dedicarse a la vida casi aldeana del Valle de entonces, la cual seguramente le retribuía las dulzuras de la amistad y el calor humano del que carecían los escenarios extranjeros. Autor: s. n. Año: 1-sep-1906 Código: b278
Ernesto Salcedo Ospina, Tenor Soprano Colombiano, acompañado de varios músicos en una serenata, que se ofreció en la Hacienda del Sr. Belalacázar. De izquierda a derecha: Jesús A. Vélez, Carlos Manuel Salazar, Dr. Francisco Eduardo, Salvador Salcedo, Dr. Arcesio Aragón y el Dr. Antonio Mario Ospina. Buga. Autor: s. n. Año: 1938 Código: b275
Eduardo Salcedo Ospina, conocido como Edy Salospi caricaturista. Buga. Eduardo Salcedo Ospina, nació en Biga en 1885, en una familia adinerada. A los 18 años viajó a Europa en donde cultivó un espíritu libertario y anarquista, que luchaba contra las cadenas que le imponía la educación timorata de su Buga natal. No comulgaba con la subcultura dogmática de sus coterráneos y empleó la agudeza de su talento en la crítica mordaz y el humor cínico de sus caricaturas y las actividades desafiantes con que desnudaba las contradicciones de su sociedad. Masón y renegado de la religión Católica, hacía gala de un anticlericalismo que ejercía en sus escritos y sus desplantes que le valieron enconados adversarios y cómplices incondicionales. Pero en el fondo de su personalidad se escondía un romántico empedernido, contemplativo y adorador de la naturaleza deslumbrante del Valle del Cauca, lo cual inspiró a escribir las letras que mejor describen el ambiente, la naturaleza y el sentimiento del Valle del Cauca, son Esfinges, Bejucos, Cauca, El Tin-Tin y Pellares. Autor: s. n. Año: 1950 Código: b249
Ernesto Salcedo Ospina tenor soprano, caracterizado por tener un registro de voz agudo, que permitía representar papeles femeninos en la ópera y el teatro. Buga. Ernesto Salcedo, absorbido por la cotidianidad de su parroquia, el tenor se retirando poco a poco, y se dedicó a la política y a los oficios pragmáticos. Autor: s. n. Año: 1920 Código: b264
Ernesto Salcedo Ospina uno de los más importantes tenores sopranos colombianos, caracterizado por tener un registro de voz agudo, que permitía representar papeles femeninos en la ópera y el teatro. Buga. En 1944 los bugueños le hicieron un concierto de beneficio en el que participaron Carlos Julio Ramírez y Enrique Figueroa y en 1948 murió, quedando en su comarca muchas realizaciones, como el Acueducto, el Teatro y el Hospital Municipal, fruto de los aportes de conciertos en los que su voz era el atractivo del público, que dejaría en la taquilla los dineros con los que en parte se financiaron tales obras Autor: s. n. Año: 1928 Código: b270
Ernesto Salcedo Ospina tenor soprano, caracterizado por tener un registro de voz agudo, que permitía representar papeles femeninos en la ópera y el teatro. Buga. Autor: s. n. Año: 1928 Código: b271
Trío Musical Morales Pino, integrado por (izquierda a derecha) Diego Estrada, Pelegrino Galindo y Álvaro Romero. A mediados de la década de los 50, Álvaro Romero había conformado un grupo de cuerda denominado “Los Tres Bemoles”, en el cual participaron Plinio Herrera famoso bandolista nariñense, Lisandro Varela y Heriberto Sánchez y Peregrino Galindo, tiplista. A partir de 1958 Diego Estrada Montoya tomó su lugar como la bandola y dio inicio a la historia del Trío Morales Pino. Esta agrupación estaba llamada a ejercer su más profunda influencia en todo el país musical andino, gracias al virtuosismo y a la interpretación del bandolista Estrada así como la armonía del grupo, que bajo la dirección del maestro Romero dejó una huella profunda en la memoria colectiva. En 22 discos grabados, influyeron 235 obras distribuidas por ritmos así: 87 pasillos, 45 Bambucos, 18 danzas, 8 valses, 6 guabinas, 6 intermezzos, 4 torbellinos, 2 Polkas, 3 gavotas, bunde y variedad de temas internacionales. Autor: López Criollo, Luis Año: 1960 Código: fdo05644
Rodalla dirigida por Joaquín Arias (Compositor), Rómulo Escobar López y acompañantes. Santiago de Cali. Autor: Foto German González Año: 1930 Código: b283
Grupo musical de cuerda. Santiago de Cali. Los ritmos nativos como el Bambuco y al Pasillo se fueron imponiendo paulatinamente gracias al trabajo de los compositores e intérpretes, quienes les fueron dando multiplicidad variantes expresiones, según se utilizaran en las fiestas y parrandas, como músicas de bailar y de cantar, o en salones y teatros, mediante la apropiación de estilos y desarrollos propios de la música europea. En sentido inverso, los compositores fueron personalizando los aires europeos a través de la creación de muchas piezas en dichos ritmos y estilos, los cuales indefectiblemente fueron adquiriendo personalidad propia y dejaron de ser imitaciones o copias de Europa, para convertirse en músicas que correspondían al tejido de sentimientos y vivencias de una sociedad que se mezclaba cada vez más. Autor: s. n. Año: 1920 Código: a218
Banda Santa Cecilia, observamos en la gráfica: Adelmo Rusca, ángel María viera, y Marco A. Valencia. Jamundí. Autor: Sierra, Juan Carlos Año: 23-may-1930 Código: 0701163
Banda de Músicos La Pelleja. Estas bandas eran las que animaban todo tipo de fiestas y eventos públicos y privados. Tuluá. Autor: Sierra, Juan Carlos Año: 1910 Código: 0605124
Integrantes de la Banda Municipal de Yumbo, dirigida por Julio César García Ayala. Yumbo. Autor: TITO BONILLA Año: 1933 Código: 0604358
Primera Banda de Músicos del Municipio a la cual pertenecieron los señores Pastor Rendón y Carlos Tirado. Restrepo. Autor: TITO BONILLA Año: 11-nov-1949 Código: 0603679
Banda Municipal de Versalles, la alegría y la diversión son piezas fundamentales de la idiosincrasia vallecaucana. Versalles. Autor: LOS ANDES Año: 28-mar-1948 Código: 0401074
Banda Municipal. Roldanillo. Autor: s.n. Año: 1940 Código: 0401601
Abraham Nogales, Braulio Álvarez, Jesús Jaramillo entre otros, integrantes de la Banda Municipal. Bolívar. Autor: s.n. Año: 1923 Código: 0401653
La Lira colombiana. Entre sus integrantes (centro) Pedro Morales Pino. Cartago. Un hito clave que distingue unas de las primeras etapas de la música en el Valle del cauca en el siglo XX, sin duda, es la vida y obra del compositor, intérprete y dibujante Pedro Morales Pino. En efecto es la figura cumbre de la música vallecaucana en el siglo XX. Fue quien en mayor grado influyó en el ordenamiento de los dos principales aires tradicionales de la música Andina Colombiana, el Pasillo y el Bambuco, transcribiéndolos al lenguaje musical escrito. Si bien compartió con otros grandes músicos el proceso de formalización de estos aires típicos, la inmensa cantidad de partituras que produjo para la Lira Colombiana, orquesta típica fundada y dirigida por él, conforman el mayor testimonio escrito de la música en su época. Autor: s.n. Año: 1918 Código: 0502900
Banda municipal, algunos de estos integrantes aún están vivos. Primera fila de izquierda a derecha: Fernando Caicedo, Antonio Rodríguez, Jesús Bermeo, Alerto Varela y Lisandro Lamos. Sentados: Luís Palacios, Hilario Gonzáles, Jorge Durán, Antonio Bermeo (Director), Apolonio Caicedo y Alejandro Bermeo. Jorge H. Hernández y Carlos González. Bugalagrande. Autor: s.n. Año: 1929 Código: 0600913
Integrantes de la Banda Municipal: Salomón Estrada (Director), Eugenio Rojas, Domingo Manzano, Gonzalo Vélez, Enrique Piedrahita, Elías Benítez, Ricardo Rivas, Basilio Rivas, Jorge Torres. La Victoria. Autor: s.n. Año: 1930 Código: 0601604
Integrantes de la Banda de Músicos de Candelaria. Autor: s.n. Año: 1930 Código: 0602912
Banda de Música Municipal. San Pedro. Autor: s. n. Año: 1939 Código: 0201769
Banda de músicos. De derecha a izquierda, 1a fila: Clímaco Mendoza, Antonio González (director), Alcibiades Calero (fundador), Roberto Tascón, Norberto Tascón, Jesús Peñaranda; 2a fila: Jesús A. Martínez, Jesús Mendoza, Jorge Lozano y Celso Peñaranda. San Pedro. Autor: s. n. Año: 1958 Código: 0201768
Encuentro de amigos artistas El Grupo de Buga: Samuel Herrera, Manuel Salazar, José Antonio Ospina, Ernesto Salcedo, Pedro María Becerra, Tulio Gaéz, Benigno “El Mono” Núñez. Durante los primeros 25 años del siglo XX, en Buga y las poblaciones vecinas, la actividad musical era tan abundante que podríamos afirmar que era el centro musical de la región. Un profundo sentido de identidad se cultivaba espontáneamente y las tertulias y conciertos eran los espacios en los que la música constituía el vehículo de la comunicación y el motivo de la reunión más común de los sectores representativos de la sociedad, para quienes los músicos eran los personajes queridos y amables que propiciaban la lúdica como emisarios de los sentimientos de amor y el lirismo propio de la época. Autor: s. n. Año: 4-jul-1921 Código: 0201510
Samuel Herrera Mono Núñez, Rafael Saavedra y amigo, en la Hacienda Belén, celebrando el encuentro de artistas a orilla del río. Ginebra. Autor: s. n. Año: 1945 Código: 0201509
Primera banda de La Unión. Autor: s. n. Año: 1947 Código: 0200826
Banda del Batallón Pichincha, con su director Hernando Sinisterra Gómez. Antiguo claustro de San Agustín (carrera 4 calle 13 esquina). Cali. Autor: s. n. Año: 1925 Código: 0200349
Primera Banda de Músicos de Palmira Autor: s. n. Año: 1930 Código: 0102923
Banda Popular de Sevilla en 1921. Autor: s. n. Año: 1921 Código: 0101548
Banda de músicos. Francisco Triana, Marino Abadía, Gregorio Salazar, Lázaro Santibáñez, Oscar Arce, Pedro Triana, Andrés Ospina, Honorio Ñáñez, Neftalia Quintero y José Amílcar Gutierrez. Obando. Autor: JOSE AMILCAR GUTIERREZ Año: 1950 Código: 0101942